martes, 3 de noviembre de 2009

APARTAMENTOS EN MONFRAGUE

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Monfragüe no quiere a la mitad de sus ciervos

El Parque Nacional tiene 14.000 ejemplares, el doble de lo ideal, un exceso que está afectando a la cabaña ganadera de la zona

01.11.09 - 11:24 - ANTONIO JOSÉ ARMERO | | CÁCERES HOY.ES

Monfragüe ya no es el paraíso que era para los ciervos. Ahora, les pasa lo que a tantas familias que van creciendo: mucho habitante en poco espacio. El Parque Nacional tiene un problema: sobran ciervos. Muchos.
Darse cuenta de que hay superpoblación es una cuestión matemática. Entre las 18.000 hectáreas del área declarada Parque Nacional y las 32.000 de los alrededores -lo que los informes oficiales llaman 'área de influjo socioeconómico'- suman 50.000. Y en esa superficie se mueven unos 14.000 ejemplares. O sea, una densidad de población aproximada de 28 ciervos por cada cien hectáreas. Teniendo en cuenta el espacio que abarca el ojo humano, se explica por qué es tan difícil ver un ciervo correteando por el monte, incluso aunque uno esté en un espacio donde haya 'overbooking' de ejemplares.
Sin embargo, ese índice que convierte a estos animales de cuento infantil en escurridizos para la vista del hombre, supone un verdadero problema para la zona. Porque esos 14.000 ciervos no están solos en Monfragüe y alrededores. Por allí, tanto dentro del área protegida como más allá de esa línea, hay vacas, cabras, ovejas y cerdos, la mayoría en fincas donde sus dueños les procuran alimento de sobra. Y aquí surge el problema.
Hay tantos ciervos y jabalíes en la joya de la corona de la Naturaleza extremeña que los límites del Parque Nacional se les quedan pequeños; y lo que hacen, claro está, es salir fuera. De poco valen en este punto los vallados. «Para los ciervos, el Parque Nacional es el salón, donde descansan y duermen, y el área de influjo socioeconómico es la despensa, donde consiguen la comida».
La ilustrativa explicación es de alguien que se gana la vida pateándose esos terrenos a diario. Y su comparación resulta perfecta para explicar qué daños ocasiona la superpoblación. Esa despensa a la que alude el experto se llama dehesa, y en sus estanterías hay todo lo que el ciervo o el jabalí necesitan cada día. Sucede entonces que la fauna silvestre se mezcla con la doméstica, una familiaridad que no entraña peligro alguno siempre que haya salud por las dos partes. Lo normal es que el ganado esté sano por un doble motivo: porque lo manda la administración en forma de campañas sanitarias (vacunaciones, análisis y otras obligaciones) y porque en juego está el negocio propio. Pero esos mismos mandamientos de la Consejería de Agricultura que debe cumplir todo dueño de una explotación no valen para la fauna silvestre, que campa a sus anchas por el Parque sin la necesidad de tener que someterse a pinchazo alguno. De ahí que lo común sea que un ciervo contagie a una vaca, y no al revés.
Contagio al respirar
A veces, basta con que un venado o un jabalí con tuberculosis beban o coman junto a un animal sano para que le contagien. De hecho, la vía respiratoria es la más frecuente para la expansión de la enfermedad, que desde hace un año está castigando especialmente a algunos ganaderos del norte extremeño.
Los hay que tenían tantos ejemplares enfermos que la adminsitración les ha obligado a sacrificar a toda la cabaña, con el agravante de que las indemnizaciones económicas no compensan las pérdidas. Otro negocio distinto también se ha visto afectado: las monterías. En más de una de las que se han celebrado a lo largo de este año, los organizadores se han llevado una sorpresa a la hora de la inspección veterinaria. Al analizar los animales abatidos -principalmente jabalíes-, se han encontrado con que más de la mitad padecían tuberculosis.
Entre los ganaderos de la zona existe la certidumbre de que no hay más forma de remediar el problema que luchar contra la superpoblación, o sea, matar una parte de los ciervos y jabalíes que hay en Monfragüe. ¿Y cuántos? Los responsables del Parque reconocen desde hace años que hay más ejemplares de lo que a ellos les gustaría, y calculan que sobran entre 6.000 y 7.000. Daniel Patón, profesor titular de Ecología en la facultad de Ciencias de la Uex, estima que deben desaparecer 7.600. «Lo peor no es sólo que son vectores de enfermedades -reflexionaba Patón en un artículo publicado recientemente en HOY-, lo peor es que van a acabar por cargarse el espacio mediterráneo de mayor estado sucesional del mundo. Esto quiere decir que las formaciones vegetales que en otros lugares son arbustos, aquí adquieren porte arbóreo, ya que el ecosistema de bosque y matorral de Monfragüe es único». En su opinión, el problema es «de tal envergadura que se ha de actuar de inmediato».
Su testimonio no es una excepción en el ámbito universitario. En el año 2002, seis expertos de la Universidad de Extremadura (M. Habela, A. Moreno, J. Peña, G. Montes, J. M. Gómez y J. Hermoso de Mendoza) estudiaron 'Los parásitos asociados a la tuberculosis en Extremadura'. Realizaron análisis post mortem a ochenta animales abatidos en cotos de caza de Monfragüe, Sierra de San Pedro, Coria y la reserva del Cíjara. Y el resultado fue contundente: 40 por ciento de positivos en el Parque, frente al diez en la Sierra de San Pedro y cero en las otras dos zonas.
El capítulo introductorio de ese trabajo ya era ilustrativo. «El crecimiento desmedido de las poblaciones de ciervo en bastantes áreas -anticipaban- ha contribuido al contagio y la dispersón de enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la parasitosis, compartidas por poblaciones salvajes y domésticas». Y aún más el epígrafe de las conclusiones. «La zona limítrofe a Monfragüe, área donde hallamos un mayor número de casos de tuberculosis, es una zona con un exceso de población de cérvidos, lo cual facilitaría el contagio de enfermedades transmisibles». O sea, lo que dicen los ganaderos.
De hecho, ellos también han dejado constancia escrita, en una carta remitida a varios departamentos de distintas administraciones. En ella, expresaban su «convicción» del vínculo entre superpoblación y tuberculosis, lamentaban la inutilidad de las campañas sanitarias obligatorias que realizan cada año y pedían al Gobierno regional que hiciera un estudio sobre la prevalencia de esta enfermedad en la zona. Una decena de propietarios de vacas, cabras, ovejas o cerdos firmaron el texto y lo enviaron, entre otros sitios, a la Junta. Eso fue hace unos meses. Aún esperan una respuesta.